jueves, agosto 21

“Era como hacer fentanilo en una carnicería”: las revelaciones de un exempleado de Laboratorios Ramallo


Uno de los 300 de los empleados despedidos en la planta de San Nicolás tras su clausura, detalló en qué condiciones en que producían Fentanilo.


Uno de los 300 empleados despedidos en Laboratorios Ramallo tras su clausura, detalló en qué condiciones trabajaban y reveló detalles impactantes sobre el marco en el que se producían las ampollas de fentanilo que terminaron contaminadas y causaron la muerte de casi cien personas.

“Era como fabricar fentanilo en una carnicería”, sostuvo el extrabajador de una de las firmas apuntadas por la tragedia sanitaria y agregó: “El agua que usábamos era de la canilla. En los sueros aparecían partículas de vidrio, plástico y óxido”.


El exempleado, que se identificó bajo las siglas P.D., dio un duro testimonio que compromete a los García Furfaro, dueños de la droguería Alfarma S.R.L. y la empresa HLB Pharma, acusadas de distribuir lotes de fentanilo contaminado que se habrían fabricado en el citado laboratorio.


P.D. trabajó durante casi 5 años en la planta y nunca presenció ni una sola inspección. Además, explicó al sitio TN.com.ar que ingresó a la empresa sin ningún tipo de estudio farmacéutico y, a lo largo de ese período, le dieron la tarea de producir suero, empacar medicamentos y operar la caldera.

El fentanilo contaminado y el cierre de Laboratorios Ramallo

Cuando se conoció la noticia de los muertos por fentanilo —que hoy ascienden a 96 según investiga la Justicia Federal de La Plata — la planta cerró y 300 empleados fueron despedidos. Todos estaban en blanco, pero se enteraron ahora que nunca habían recibido aportes: “Pagaban un sueldo de 450 mil pesos y encima los viáticos los teníamos que poner nosotros. Era todo trucho. Siento que fue casi como una esclavitud. Ahora no tenemos trabajo ni quien nos defienda”, sostuvo el trabajador.

“Mi última función fue como operador de la caldera. Es como un lavarropas gigante que generaba vapor para esterilizar. No tenía permisos ni normas de seguridad, si explotaba nos moríamos todos. Yo mismo puse plata de mi bolsillo para comprar válvulas y mangueras porque tenía miedo de que me pase algo”, reveló el exempleado.


El hombre sostuvo que la producción se realizaba en un contexto increíble y reveló incluso que los trabajadores cumplían sus funciones en “en ropa interior porque las máquinas largaban un calor insoportable y no había refrigeración”. “No nos daban ni ropa de recambio, estábamos mojados todo el tiempo. El agua que usábamos era de la canilla, sin tratamiento. En los sueros aparecían partículas de vidrio, de plástico y de óxido. Era un desastre total”, graficó.

“Había fraccionadores que producían todos los medicamentos, se hacían lotes gemelos, uno original y otro copia, trucho. Todo era para vender más, para ganar plata, sin registrar nada”, indicó y, además, explicó: “No había controles. Nunca vimos a nadie que vaya a inspeccionar. Siempre nos decían que iban a ir, que nos preparemos, pero yo jamás vi a nadie”.

P.D. comentó en ese marco que la planta se encuentra unos 10 kilómetros de San Nicolás e incluso iban hasta el lugar en un micro que ponía la empresa, pero que pagaban entre los propios empleados debiendo abonar unos $70 mil por mes.


Al ser despedidos, los trabajadores descubrieron en la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) que la empresa no había realizado los aportes previsionales correspondientes. “Estábamos en blanco en los papeles, pero en realidad no teníamos categoría, no estábamos en un gremio, no teníamos derecho a cobrar desempleo. Mandamos telegramas y nadie los recibió. La empresa se borró y nos dejó a todos en la deriva”, sentenció.

“Te duele saber que cualquier paciente se está muriendo por algo que se fabricó ahí adentro. Esto va a seguir matando gente y los responsables siguen libres. No quiero cobrar nada, solo quiero que paguen por lo que hicieron”, cerró angustiado.